Aún hoy, más de tres meses después de haber dejado la lactancia, si me aprieto el pecho… sale una gota.
Una gota pequeña, sí.
Pero cargada de memoria: de brazos, de noches largas, de consuelo, de virus, de miradas profundas que conectan.
De vínculo.
He amamantado durante casi seis años: a mi primer hijo y a mi hija pequeña, con una breve pausa entre ambos.
He donado leche al banco de leche materna para neonatos, que tenia clarisimo que la leche materna era la mejor medicina y alimento.
He alimentado a un bebé que no era mío, el pequeño Bru, cuando su madre no pudo darle el pecho.
He curado pequeñas heridas con leche, y también heridas mías.
Y todo eso me ha enseñado que la lactancia materna no es solo alimentación.
Es cuerpo. Es vínculo. Es biología.
Y es amor en estado líquido.
Por qué hablar de lactancia materna importa
Durante mucho tiempo, la lactancia ha sido un tema rodeado de silencios, juicios y también mucha desinformación.
Quiza porque a la industria farmaceutica le ha interesado vender productos antes que ser autónomas e independientes a la hora de alimentar nuestros cachorros…
Sea por lo que sea, este acto de derivar la alimentacion de los bebes a un biberón, nos desempodera y nos hace sentir vulnerables y poco capaces.
Además, dar el pecho no es siempre tan instintivo como pensamos.
Mamar sí que lo es. Pero amamantar, muchas veces, se aprende por imitación.
Un ejemplo precioso y revelador ocurrió en el zoológico de Twycross, en Reino Unido.
Allí, varias orangutanas en cautividad no amamantaban a sus crías, y estas morían poco después de nacer. El problema no era físico, sino cultural: nunca habían visto a otra hembra dar el pecho y tenian falta de referencia visual y aprendizaje por imitación.
Entonces, el zoo organizó algo extraordinario: invitó a mujeres humanas a amamantar frente a las orangutanas.
Y ocurrió lo inesperado (o no tanto): las hembras empezaron a imitar el gesto.
A amamantar.
A sostener.
A cuidar.
Y es que incluso lo más natural necesita ser visto para ser recordado.
Se habla de “lo natural”, pero se esconde lo complejo. Se idealiza, pero no siempre se acompaña.
Y sin embargo, la lactancia atraviesa a muchas mujeres.
Deja huella en sus cuerpos, en sus mentes, en su piel.
Es un canal de nutrición, sí, pero también de calma, de conexión, de salud… y de mucha entrega invisible.
Por eso he querido escribir este artículo.
Para poner en palabras algunas cosas que pocas veces se dicen.
Para abrir una conversación más honesta, más humana, más real.
3 cosas que pocas veces se explican sobre la lactancia
1. La leche materna no siempre es igual
La composición de la leche cambia a lo largo del día, con la edad del bebé… e incluso si está enfermo.
Cuando el bebé succiona, su saliva entra en contacto con el pecho, y el cuerpo de la madre responde.
Produce más anticuerpos específicos, más defensas, más justo lo que necesita.
Es como si el cuerpo escuchara en silencio y respondiera en acto puro.
2. Donar leche materna puede salvar vidas
Quizá no lo sabías, pero la leche materna donada es vital en muchas unidades neonatales.
Los bebés prematuros que no pueden ser amamantados por sus madres a menudo dependen de esa donación.
Cada gota cuenta. Cada madre que puede donar, multiplica la vida.
Yo misma fui donante durante más de seis meses en el “banc de llet” para neonatos.
Cada mañana me extraía entre 150 y 300 ml.
cuando ya no me cabía en el congelador, venían a casa a recoger la leche con una nevera.
Y saber que eso estaba ayudando a otros bebés… es algo que todavía hoy me emociona profundamente.
3. No todo es bonito. Pero todo es valioso
La lactancia también puede ser dura.
Hay cansancio, dudas, noches en vela. Hay grietas. Hay lágrimas.
Y a veces, una sensación de soledad profunda, como si solo tú estuvieras despierta en el mundo.
Y sin embargo… incluso en esos momentos, está pasando algo importante.
Se está construyendo vínculo. Se está creando confianza.
Aunque no lo veas. Aunque no te lo digan. Aunque nadie lo aplauda.
Una carta de amor en forma de guía
Después de todos estos años de lactancia, de cuerpos y memorias, he querido reunir todo lo aprendido —lo vivido, lo leído, lo sentido— en una guía gratuita.
Una guía que no idealiza, pero que sí reconoce.
Que informa con respeto y cuida con palabras.
Que acompaña.
Se llama:
“El poder de la lactancia materna. Un regalo de vida”
Y está pensada para madres, padres, personas cuidadoras o simplemente curiosas.
Para quienes están amamantando, para quienes lo intentan, para quienes lo recuerdan.
Es mi manera de decir: “yo estuve ahí, y esto me ayudó”.
Puede ser tuya gratis:
Gracias por leer.
Gracias por estar aquí.
Y gracias, sobre todo, por sostener (de la forma que sea).