Nace un bebé. Un hijo, un nieto, un sobrino,…Y esto impacta en nuestras vidas. Y también en el planeta.
De repente, acompañado del embarazo aparece la necesidad de comprar un montón de productos para el bebé, que conlleva un consumo exagerado y el correspondiente desastre medioambiental.
De hecho, Seth Wynes y Kimberly A. Nicholas en su estudio “La brecha en la mitigación del clima” dicen que tener un hijo significa la emisión de 58,6 toneladas de CO2 al año (tener coche genera 2,4 toneladas de CO2 al año). Claramente, tener un bebé no es sostenible, tal y como lo plantea la sociedad hoy en día.
El impacto medioambiental de llevar a un bebé al mundo parece que es grave… y hay que tomar medidas para que no sea así. Porque el problema real no está en los bebés, sino en las necesidades de consumo que se generan en torno a ellos. Algo falla en una sociedad capitalista, y hace falta cambiar la mentalidad: ser un consumidor crítico, consciente, responsable y solidario.
Qué planeta les dejamos…
Los niños acaban de llegar. Y son los menos responsables del cambio climático, pero ellos serán los que sufrirán las consecuencias.
Los expertos dicen que el momento es crítico, no se sabe si es reparable, lo cierto es que debemos modificar el modelo de consumo actual.
Que nuestros bebés vivan en un entorno habitable, armónico, bonito, coherente,… ahora mismo depende solo de nosotros.
Los objetos de bebé tienen muy poco tiempo de uso.
Muchos son prescindibles (hamaca, moisés, capazo, cuna de viaje, parque de juegos, chupetes, gimnasios, cambiadores, hervidores desinfectantes,…) otros nos facilitan la vida pero tampoco son necesarios (cochecitos, tronas, mecedoras, bañeras, saquitos, mantas, mudas de ropa, productos de higiene,…).
La influencia de la publicidad y una mejora en la calidad de vida, nos han generado necesidades que anteriormente no existían. Y en la mayor parte de los casos, todos los productos se compran de primera mano.
¿Qué podemos hacer para que tener un bebé sea un poco más sostenible?
-Una de las opciones es comprar sólo los productos realmente importantes. Y sabrás que son importantes cuando los necesites. El hecho de comprarlos antes “para cuando nazca el bebé ya tenerlo” te hace comprar de más de lo que realmente comprarías.
-Fomentar la cultura de la reutilización. Puedes conseguirlos de manera sostenible: comprar de segunda mano (que va a estar casi nuevo) o heredarlos de alguien que ya no los necesita y los dona.
-Opta por objetos que sean de materiales respetuosos: tronas de madera, textiles de fibras naturales, platos o vasos de bambú,…
-Compra productos evolutivos que te permiten usarlos durante muchos años. Por ejemplo: no compres una sillita de coche de +0, después una de +1,… Hay opciones que te permiten modificar la estructura de la sillita y adaptarla a distintas medidas según el bebé va creciendo,…..
-Una vez ya no los necesites, véndelos o pásalos a otras personas que los van a necesitar. Además de sostenible, te va a permitir recuperar algo del dinero que has invertido. Así puedes permitirte gastarte un poco más en los productos, ya que si son de materiales más sostenibles acostumbran a tener un precio más elevado.
¿Y qué pasa con los productos desechables?
La comodidad ha popularizado el uso de artículos de higiene infantil de un solo uso (como en muchos otros hábitos de la vida diaria).
Y siguiendo en la línea de la reutilización, hace falta encontrar el punto donde se une el método tradicional con la vida moderna, los productos reutilizables, que ya usaban nuestras abuelas, en sintonía con la incorporación de materiales innovadores. A clave de ejemplo: usar pañales de tela reutilizables, pero con tejidos impermeables, transpirables y absorbentes que existen en la actualidad, que no tienen nada que ver a los que existían hace 50 años o más. Lo mismo pasa con las toallitas húmedas, los empapadores, las ampollitas de suero monodosis, las gasas los baberos,… La comodidad y la falta de tiempo han popularizado el uso de artículos de higiene infantil de un solo uso. Pero a parte de ventajas, también tienen una larga lista de inconvenientes. Este tipo de pañales se convierten rápidamente en basura: ¡cada bebé genera más de una tonelada en 2 años! y suponen un gran gasto económico, tanto para las propias familias como para los gobiernos. Según el informe Productos menstruales de un solo uso, pañales y toallitas (elaborado, entre otros, por Rezero) en Europa se utilizan al año 33 miles de millones de pañales desechables, lo que resulta en 6.731.000 miles de millones de toneladas de basura al año, ¡solo con pañales!. El número de toallitas húmedas es de 68 miles de millones, un equivalente en residuos de 511.000 millones de toneladas cada año.
Alternativas a los productos de un solo uso para bebés
Las alternativas a los productos infantiles de un solo uso son cada vez mayores:
- Pañales
- Empapadores
- Toallas de algodón
- Esponjas naturales
- ¡Y muchos más!
Estos productos tienen una inversión económica inicial más elevada, pero a medio y largo plazo acaban siendo opciones más económicas que las de un solo uso.
También el impacto ambiental es mucho menor y la huella de carbono es mínima en comparación con los productos de un solo uso.
Por suerte cada vez hay más opciones reutilizables que cuidan el planeta y también la delicada piel y cuerpecito del bebé. Puedes ver productos sostenibles para la crianza y la maternidad en mi web nushu.cat.